jueves, 11 de junio de 2009

Tienes derecho a ser feliz.

El extremo del amor

Fuente: Catholic.net
Autor: Marcelino de Andrés


Ya has descubierto el secreto para ser auténticamente feliz. Ya has visto el camino seguro que te guiará hasta la conquista de esa cumbre. Ya has encontrado el fundamento inquebrantable sobre el que podrás asentar tu dicha perenne. Bien, y ahora..., ¿qué?
Ahora sólo te falta una cosa. Lánzate con decisión a esa gran conquista en tu propia vida. No olvides que eso que buscas se encuentra más cerca de tí de lo que te imaginas. Lo llevas dentro.

¡Ah...! Y recuerda nuestro secreto y sus matices:

La verdadera felicidad (la máxima posible) consiste en poseer a Dios (único Sumo Bien) amándolo sin límites (hasta el extremo del amor).

Seremos de verdad felices sólo cuando comencemos a realizar por amor lo que Dios quiere de nosotros en la vida.

No basta amar a Dios en el cumplimiento de lo que le agrada: hazlo con autenticidad.
Asienta esa felicidad en la roca firme de la fe y de la confianza en Dios.

Descubre a Dios dentro de ti. Llévalo siempre contigo como el mejor amigo. Ámalo como a Él le gusta.

Haciendo eso, puedes vivir tranquilo y totalmente seguro de tu felicidad. Estará asentada sobre el único fundamento imperecedero y eterno: Dios.

Sigue gozando de tus amistades sinceras. Disfruta de la buena salud y del dinero que sin duda te mereces. Goza de la fama que te has conquistado entre la gente. Diviértete sanamente cuanto necesites y puedas.

Pero eso sí, dando ahora, a cada una de esas cosas buenas, su verdadero valor y sentido desde tu amor a Dios.

Si eres capaz de hacerlo, yo no tengo más que decirte. Termina de escribir la conclusión tú mismo. No con palabras, sino con la respuesta de tu vida feliz al reto que han querido ser estas páginas.

¡Vamos! ¿Qué esperas para ser feliz? ¡Empieza ya!

jueves, 16 de abril de 2009

"los crucifijos que molestan y los que no se molestan por que los quiten"

Los crucifijos que molestan y los que no se molestan porque los quiten

La sentencia de un juez de Valladolid por la que se obliga la retirada de los crucifijos que se encuentran en las aulas de un colegio público, está basada en la demanda realizada por el padre de una sola alumna que considera contrarios a sus convicciones los signos religiosos en el centro docente. Nuestros hijos encienden la televisión o un videojuego y ven verdaderas bestialidades. Sin embargo, no veo a ningún padre que denuncie esto y exija un control sobre los programas o películas que se emiten. Pero claro, un crucifijo, que es el símbolo del evangelio que predica la paz y la tolerancia, es peligroso para un niño.
Se supone que el juez es neutral ante el hecho religioso y que solo se ha limitado a aplicar algunos aspectos de la Ley de Memoria Histórica, en cuyo caso la sentencia parece ajustarse a Derecho y, en principio, no habría motivo de escándalo.
El escándalo, en todo caso, es que no hayan aparecido todavía otros padres creyentes del mismo colegio dispuestos a recurrir de inmediato la sentencia, basándose en que la retirada de los crucifijos ofende a sus convicciones y es contraria a la Constitución, por mucho que el juez de Valladolid diga lo contrario. Si tenemos en cuenta que, de acuerdo con las estadísticas, la mayoría de la sociedad española es católica y que el ateísmo solo representa una exigua minoría, lo obvio sería que los católicos se organizaran en defensa de sus creencias.
Pero no ocurre así, por lo que todo lo que esta pasando no cabe extrañarnos. Inclusive la denuncia que hizo un señor este pasado verano en el aeropuerto de Madrid por anunciarse el horario de misas por los altavoces del mismo ó la prohibición de la instalación de Belenes en los colegios.
Mientras haya una minoría que desea una sociedad sin Dios y una mayoría que lo desea pero que se calla, para que no se molesten los no creyentes, proliferaran las normas legales y las sentencias que irán en contra de las creencias religiosas e, incluso, de la propia Constitución, porque aquí cada cual puede interpretarla según su antojo.
Mientras no sean los católicos, en masa, los que voten una alternativa clara al ateismo dominante, las cosas no solo van a continuar de la misma manera sino que se agravarán. El ateismo solo entiende de imponer sus propias convicciones en contra de quien sea, de acuerdo con sus esquemas totalitarios. Y que no se diga, en este contexto, que los católicos, a su vez, también tratan de imponer su doctrina porque eso no es cierto.
El cristianismo no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de construir una sociedad lo más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe, sus propias perspectivas y modos de comportamiento.
Pero hay que añadir algo que los ateos acaso, no comprendan nunca: que el amor no puede ser regulado por ninguna norma estatal o económica y que siempre será necesario incluso en las sociedades más justas.
En fin, hay que comprender que el Evangelio, no deja de ser una cita literaria, sin peso alguno en quienes desoyen la razón y el sentido común. Ahora lo que se estila es justo lo contrario: un simple “slogan” como el utilizado por un grupo de ateos en los autobuses : “Dios no existe, disfruta y haz lo que quieras...”
Marcelo Cruz Marquez

viernes, 10 de octubre de 2008

miércoles, 1 de octubre de 2008

lunes, 15 de septiembre de 2008
la luchadora
Publicado por adelfa-carmely
El sábado fue un día muy triste, enterramos a una vencedora. una niña de mirada limpia, rostro sonrosado y amplia sonrisa.Una pregunta me llevo toda la tarde, luchando por ser más fuerte, ¿De dónde se saca el valor para enterrar a una hija, con 24 años, que parecia haber vencido al cancer con su incansable esperanza, alegría y fe?.Debía haber sido noticia en el pueblo, que disfrutaba a esa hora del deporte local, los toros, pero todos sus amigos estaban allí, despidiendo con un fuerte aplauso, regado de lagrímas y un dolor inmenso en el adios a Conchi, la niña que no me dio tiempo a conocer...

Se vuelve a la vida y recuerdo los pocos instantes que la disfrute: una sonrisa, mientras recibia uno de los tratamientos en la unidad de oncologia del Hospital Virgen Macarena. un adios paseando de la mano de su novio. unos momentos en el hospital en el que coincidimos por casualidad un mes antes y unos días más tarde en misa. en total no creo que llegue a 6o minutos.

Al participar en la Misa de su funeral, mientras por fuera todos llorabamos humanamente, un eco de felicidad, que llegaba del Cielo, me hacía comprender que Conchi estaba de manos de la Virgen, intercediendo y acompañando a sus seres queridos en un dolor tan incomprensible y tan desgarrador. Desde ese momento sabía que también yo podía pedirle que cuidará de los mios, porque estaba en el mejor sitio, en el sitio de los vencedores, junto a Jesús, a quien había acompañado con su cruz muchos de los pocos años con los que se ha ido.Mi niña bella. yo tambien quiero pedirte algo muy especial, que le pidas a la virgen que nos conceda el don de perdonar lo que ya no tiene remedio. porque solo el poder perdonar a quien nos causa tan gran dolor, nos devolvera la paz y nos ayudara a ser felices que es lo que tu, seguro quieres desde el cielo. un beso Conchi.

jueves, 25 de septiembre de 2008

la muerte es parte de la vida

7 consejos ante la muerte de un ser querido

Fuente: Catholic.net Autor: Ricardo Ruvalcaba, L.C.
“Ven, siervo bueno y fiel; entra en el gozo de tu Señor”
(Mt 25, 21) Ricardo Ruvalcaba, L.C.

1. La muerte es un momento de dolor donde sólo la fe puede iluminar de esperanza ese momento de tristeza. La muerte duele porque es un parto al cielo. Cuando muera un ser querido piensa si existía un “derecho” para retenerlo aquí y si era más tuyo que de Dios. Mira si no es egoísmo querer privarle de lo que ahora tiene: la felicidad eterna. ¿Estás seguro de que más tarde se iba a salvar…?

2. ¿Qué es la muerte? La muerte no tiene la última palabra: la vida no termina, se transforma. Los hombres que contemplan el sepulcro de Jesucristo viven en la esperanza de la Resurrección. La muerte nos revela lo que el hombre es: “polvo, ceniza, nada”. Quien muere deja una luz y alcanza otra. La muerte es el paso a la eternidad. La muerte es fin e inicio. Morir en gracia de Dios significa conquistar la cumbre, la meta, el abrazo eterno del Padre. San Francisco cantó: “Y por la hermana muerte, ¡loado mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay, si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!”.

3. ¿Es mejor vivir o morir? “Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor...” (Flp 1, 21-23). La felicidad del hombre consiste en amar y ser amado. Cuando un alma parte a la casa del Padre ahí es amada por Dios y ama a Dios. Un día el hombre dejará de sonreír, de caminar y de cantar… pero nunca dejará de amar. En vez de recibir la muerte con lágrimas, deberíamos recibirla con una sonrisa porque nos conduce al encuentro, cara a cara, con nuestro Creador.

4. ¿Qué podemos aprender de la muerte? En la entrada de un cementerio español está escrito: “Hoy a mí, mañana a ti”. Lo capital para el hombre no es morir antes o después, sino bien o mal. San Agustín confesó: “Como es la vida, así es la muerte”. Ten presente que “Cuando un padre muere es como si no muriese, pues deja tras de sí –algunas veces- un hijo semejante a él”. (Si. 30, 4).

5. ¿Hay que temer la muerte? No, pero cuando se tiene miedo, por algo será… Opta por una muerte que te lleve al cielo. Que no te pase como aquel epitafio que decía: “Aquí yace un hombre que murió sin leer el libro que lo iba a salvar: la Biblia”. O aquel otro que decía: “He aquí un ateo que no tiene a dónde ir”. Hay que vivir de tal manera que si volviéramos a nacer elegiríamos seguir el mismo camino. Santa Teresa no temía la muerte, al contrario, ella decía: “Muero porque no muero”. Para desear la eternidad es necesario imaginar el abrazo del Padre.

6. ¿Por qué existe la muerte? Porque el hombre quiere ver a Dios y para verlo es necesario morir. El hombre surgido del polvo debe retornar al polvo y el alma surgida de Dios debe volver a Dios. Las dos verdades absolutamente ciertas de la vida son nuestra existencia y lo inevitable de nuestra muerte. Todos los hombres mueren, pero no todos viven. San Ambrosio predicó: “Es verdad que la muerte no formaba parte de nuestra naturaleza, sino que se introdujo en ella; Dios no instituyó la muerte desde el principio, sino que nos la dio como un remedio (...). En efecto, la vida del hombre, condenada por culpa del pecado a un duro trabajo y a un sufrimiento intolerable, comenzó a ser digna de lástima: era necesario dar un fin a estos males, de modo que la muerte restituyera lo que la vida había perdido. La inmortalidad, en efecto, es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia (…) No debemos deplorar la muerte, ya que es causa de salvación”.

7. ¿Por qué no sabemos el día que vamos a morir? Si supiéramos el día de nuestra muerte no viviríamos cada día con la misma intensidad. Nadie sabe ni cómo ni cuándo morirá. Nadie por más que se esfuerce puede añadir una hora al tiempo de su vida. La muerte es lo más cierto, pero el día es lo más incierto. No olvides que no es necesario ser viejo para morir. No vale la pena indagar el cómo, el cuándo ni el dónde moriré; pero sí vale estar preparado.

8. ¿Qué actitud debemos tomar ante la muerte de un ser amado? No rechazar a Dios porque nos lo ha quitado, sino agradecerle porque nos lo ha dado. “¿Conviene llorar a un muerto? Sí, pero no lamentarse cuando muere en aras de Dios”, como dijo un amigo. Dios es misericordioso y “la misericordia se siente superior al juicio” (St 2, 13) Porque “nuestra maldad es una gota que cae en el océano de la misericordia de Dios”. “Jesucristo crucificado está como un tapón entre la muerte y el infierno”. Dios es comprensivo porque sabe todo y saberlo todo es perdonarlo todo. Jesús nos enseñó: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”. Mientras que el apóstol Santiago escribió: “Habrá un juicio sin misericordia para el que no tenga misericordia hacia los demás” (St 2, 13) Recuerda: para obtener misericordia para uno mismo, es necesario tener misericordia hacia los demás. “Al final de la vida sólo queda lo que hayamos hecho por Dios y los demás”.
¡Vence el mal con el bien! El servicio es gratuito

pildora del día después

Consideraciones legislativas, científicas y antropológicas

Declaración del Instituto de Bioética de la Universidad Católica Argentina
(4 de diciembre de 2006)


A) Desde el punto de vista legislativo
Es llamativo que se aborde el tema de la llamada “píldora del día después” sin un verdadero debate transdisciplinario y bioético, como ha sucedido en los países que han tenido que definirse al respecto.
Es sabido que la “píldora del día después” no es solamente un anticonceptivo, y es por ello que tanto en Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, como en los países europeos que la han aceptado, la ciudadanía democrática ha tenido la oportunidad de un amplio y extenso debate que en muchos casos ha implicado años. Ningún anticonceptivo ha tenido tantas dificultades para ser aceptado científicamente: ¿por qué será?
En esta misma línea de pensamiento, si este fármaco es un mero anticonceptivo que sólo varía en la forma de ingesta y no en sus efectos: ¿por qué nuestros legisladores buscan promulgar una ley especial y exclusiva para él?
No hace falta recordar que la Ley 25.673 indica que se distribuyan gratuitamente todos los “anticonceptivos que sean reversibles, no abortivos y transitorios” (arts. 6 y 7).
Es de suponer entonces, que los legisladores al saber que este “anticonceptivo” no cumple con todas las características indicadas en la ley (y es evidente que sí cumplen con la reversibilidad y la transitoriedad) quieran introducir “otra ley más”, que le asegure inclusión a esta píldora con efectos abortivos, que de otra forma quedaría correctamente eliminada del nomenclador.
La dignidad de la persona y su inviolable e innegociable derecho a la vida necesitan ser reconocidas y tuteladas por el derecho positivo.
Por lo tanto, podemos hablar de "derecho natural", con sus codificaciones legislativas, reafirmando que sus fundamentos no residen en el mero acto de la voluntad humana, sino en la misma naturaleza y dignidad de la persona. Es por esta razón que en la historia del derecho, la dignidad de la persona y el derecho a la vida, siempre han sido cuidados especialmente de la arbitrariedad de cualquier pacto social o del consenso de la mayoría.
No desconocemos que en nuestros días, existe una cierta tendencia en algunos grupos sociales que, exasperando la reivindicación de las libertades personales individuales, pretenden que surja en la conciencia colectiva, una mentalidad relativista donde nazca la exigencia a que el Estado deba garantizar y permitir prácticas y atentados contra la vida humana, especialmente cuando ésta es más débil, frágil y necesitada.
Por esto, unidos a muchas otras voces que reconocen, científica y éticamente el derecho a la vida como un derecho primario, el Instituto de Bioética, pide a las personas del derecho y a los legisladores, que elaboren dictámenes y normas jurídicas acordes a la verdad del Hombre (varón y mujer) y en tutela de su Libertad, que no puede existir si no se respeta toda vida y toda la vida.

B) Desde el punto de vista científico
Aunque, como decíamos, no ha existido un debate serio y maduro, se ha hablado en los medios con superficialidad sobre si la píldora en cuestión es “científicamente no-abortiva” y “religiosamente abortiva”. Es metodológicamente incorrecto desconocer el diálogo enriquecedor y dinámico que se da entre las ciencias duras y las ciencias humanistas. No es el lugar para explicitar los nuevos paradigmas científicos, sino para aportar, sin polémicas, datos que completen la información que no ha sido dada por los responsables.
Este fármaco actúa en cuatro sitios: 1. el eje hipotálamo-hipófisis- ovario (inhibe la ovulación), 2. el cuerpo lúteo (efecto luteolítico), 3. las trompas de Falopio (alteración de la motilidad tubárica) y 4. el endometrio uterino (alteración del mismo). Al mismo tiempo provoca diversos efectos y su eficacia depende de dos factores: A) la precocidad de la ingesta y B) la fase del ciclo menstrual en que se encuentra la mujer cuando la realiza.
Por brevedad de este comunicado, reflexionamos sobre los efectos que se pueden producir cuando no se logra la inhibición de la ovulación:
- a) Alteración de la motilidad tubárica: existiría una disminución de la aceleración de la motilidad tubárica con la consecuente dificultad de transporte del embrión. (1)
- b) Modificación de la estructura del endometrio: estas modificaciones son las responsables de impedir la anidación del embrión en el útero (efecto anti anidatorio o anti implantatorio). Las diferentes publicaciones, estudian la morfología y la funcionalidad del endometrio y recurren en particular al factor temprano de embarazo (Early Pregnancy Factor EPF), que se encuentra en el suero materno desde la sexta hora después de la fecundación. Una variación en la fase pre y peri implantatoria, indicaría una fecundación que no podrá anidar o implantarse. (2)
En síntesis:
- Si todavía la mujer no ha ovulado al momento de ingerir la droga, ésta podría detener el proceso de maduración del óvulo y no habrá fecundación y por lo tanto no hay aborto.
- Si la mujer está en la ovulación o muy próxima a la misma y, efectivamente se produce la fecundación, la droga actúa sobre las trompas de Falopio y el endometrio, no permitiendo que se desarrolle correctamente y en condiciones para que se implante el embrión, produciéndose un aborto precoz.

C) Desde el punto de vista antropológico:
Quien recurre a esta droga (aunque sea por angustia y temor) tiene la intención de eliminar e interrumpir consecuencias naturales del acto sexual: la procreación, en general y el procreado, en particular. (3)
Tanto la filosofía como la teología, en consonancia con los principales tratados internacionales sobre la vida humana y los derechos del niño y, sobre la base de un análisis biológico completo, afirman que el embrión humano vivo (formado a partir de la unión de los gametos) es un sujeto humano, existente, con una identidad bien definida, diferente al padre y a la madre, el cual comienza desde ese momento, a actualizar su propio desarrollo, en forma coordinada, continua y gradual; de modo tal que nunca es una simple masa de células sino, siempre, un sujeto.
Como tal, tiene derecho a su propia vida y en consecuencia, cualquier intervención que no sea a su favor, viola su derecho a la vida. Ningún fin, incluso supuestamente considerado bueno, puede justificar una intervención que produzca la muerte y eliminación de un ser humano. Un fin bueno, no hace buena una acción en sí mala.
Desde la Bioética personalista, proponemos la superación de ciertas ambigüedades que nos presenta el paradigma de una autonomía descontextualizada. Estamos frente a una antigua dinámica por la cual se quiere interrumpir la continuidad o correlación de los valores y las virtudes correspondientes a la vida humana. Desarticular la unidad esencial de la persona humana, nos lleva a una dualidad desintegradora incompatible con dicha vida.
El Proyecto de Ley que surge del Dictamen de Comisiones, ha eliminado el derecho a la objeción de conciencia. Esta deliberada estrategia de exclusión es sumamente grave y viola toda la larga tradición ciudadana y democrática de uno de los Derechos Humanos fundamentales: la libertad de conciencias de los ciudadanos. La dignidad de todas y cada una de las personas, nos habla de la conciencia individual y de la indignidad de aquellos que pretendan limitarla o condicionarla. La mujer y todos los ciudadanos tienen el derecho a conocer todos los mecanismos posibles de acción de la “píldora del día después” por medio de una información clara y objetiva, para que puedan decidir con pleno conocimiento y recta conciencia sobre la conducta a seguir frente a este fármaco. (4)
Hacemos un llamado formal, como académicos y ciudadanos, a nuestros gobernantes para que cuiden como un valor precioso, la vida y la libertad responsable de todos.

P. Lic. Mg. Alberto G. Bochatey, O.S.A., director Instituto de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina

Notas:
[1] J.M. Morris, G. van Wagenen, Interception: the Use of Postovulatory Estrogens to Prevent Implantation, Am J Obstet Gynecol 1973; 115: 101-106.L.A. Cole, D.B. Seifer, A. Kardana, et al., Selecting Human Chorionic Gonadotropin Immunoassays: Consideration of Cross-Reacting Molecules in First-Trimester Pregnancy Serum and Urine, Am J Obstet Gynecol 1993; 168: 1580-1586; D.K. Edmonds, K.S. Lindsay, J.F. Miller et al., Early Embryonic Mortality in Women, Fertil Steril 1982; 38(4): 447-453.
[2] A.C. Cavanagh, An Update on the Identity of Early Pregnancy Factor and its Role in Early Pregnancy, J. Assist Reprod Genet 1997; 14: 492-495; R. Bose, An Update on the Identity of Early Pregnancy Factor and Its Role in Early Pregnancy, Ibid., pp. 497-499. N. Noyes, H.C. Liu, K. Sultan et al., Endometrial Tickness Appears to Be a Significant Factor in Embryo Implantation in In-Vitro Fertilization, Human Reprod 1995, 10 (4): 919-922; Y. Gonen, R. F. Casper, W. Jacobson, et al., Endometrial Thickness and Growth During Ovarian Stimulation: a Possible Predictor of Implantation in In-Vitro Fertilization, Fertil Steril 1989; 52: 446-450. M.R. Van Santen, A. A. Haspels, H.G.F. Heijen, et al., Interfering with Implantation by Postcoital Estrogen Administration. II. Endometrium Ephitelial Cell Ultrastructure, Contraception 1988; 38: 711-724. J.A. Board, Endometrial Carbonic Anhydrase after Diethilstilboestrol as a Postcoital Antifertility Agent, Obstet Gynecol 1970: 36: 347-349. A.A. Kubba, J.O. White, J. Guillebaud et al., The Biochemistry of Human Endometrium after Two Regimens of Postcoital Contraception, a D (-) Norgestrel/Ethinylestradiol Combination or Danazol, Fertil Steril 1986; 45: 5212-516. A.A. Yuzpe, H.J. Turlow, I. Ramzy et al., Postcoital Contraception: a Pilot Study, J Reprod Med 1974; 13: 53-61; W.Y. Ling, W. Wrixon, I. Zayid, et al., Mode of Action of dl-Norgestrel and Ehinylestradiol Combination in Postcoital Contraception. II. Effect of Postovulatory Administration on Ovarian Function and Endometrium, Fertil Steril 1983; 39. 292-297. W.Y. Ling, W. Wrixon, T. Acorn, et al., Mode of Action of dl-Norgestrel and Ethinylestradiol Combination in Postcoital Contraception. III. Effect of Preovulatory Administration Following the Luteining Hormone Surge on Ovarian Steroidogenesis, Fertil Steril 1983; 40-631-636. E. Graymond, L. P. Lovely, M. Chen-Kok et al., Effect of Yuzpe Regimen of Emergency Contraception on Markers of Endometrial Receptivity, Human Reprod 2000; 15 (11): 2351-2355. J-d. Wang, J. Wu, J. Cheng et al., Effects of Emergency Contraceptive Mifepristone and Levonorgestrel on the Endometrium of the Time of Implantation. In: Proceeding of the International Conference on Reproductive Health, 1998 mar. 15-19; Mumbai, India. B.M. Landgren, E. Johannison, A.R. Aedo, et al., The effect of levonorgestrel administered in large doses at different stages of the cycle on ivarian function and endometrial morphology, Contra ception 1989; 39: 275-289. B. A. Lessey, A.J. Castelbaum, C.A. Buck, et al., Further characterization of endometrial integrins during the menstrual cycle and in pregnancy, Fertil Steril 1994; 62: 497-506. B.A. Lessey, A.J. Damjanocìvich, C.A. Buck, et al., Integrin adhesion molecules in the human endometrium. Correlation with the normal abnormal menstrual cycle, J Clin Invest 1992; 90: 188-195.
[3] Cfr. Di Pietro, Maria Luisa; Monacori, Roberta: La Conraccezione D’emergenza, Medicina e Morale 1 (2001) 11:39. Cfr. Instituto de Bioética: Sobre la Píldora del Día después, Buenos Aires, UCA (2004)
[4] W.L. Larimore, J.B. Stanford, Postfertilization Effects of Oral Contraceptives and Their Relationship to Informed Consent, Arch Fam Med 2000; 9: 126-133.

jueves, 28 de agosto de 2008

LA DIGNIDAD DE SER HOMBRE

Autor: P. Fernando Pascual Fuente: Catholic.net Un valor no cotizable: la vida de cada hombre
Defender el puesto del hombre como ser digno de respeto

Un valor no cotizable: la vida de cada hombreEl problema de la vida no se plantea jamás en soledad. El hombre sabe que vive gracias a otros, que crece desde las decisiones de muchas personas, y que se integra en la sociedad mediante procesos muy complicados de inculturación y socialización (dos palabras que “llenan la boca”, aunque no siempre sepamos definir exactamente lo que significan...), en los cuales intervienen muchas personas (papás, profesores, amigos, televisión, etc.).Por lo mismo, es posible que surjan una serie de disyuntivas, que requieren buscar respuestas coherentes, tanto a nivel filosófico como a nivel religioso.El primer problema puede originarse desde dentro o desde fuera del hombre, y queda formulado con una sencilla pregunta: yo, ¿para qué existo? ¿Cuál es el papel, en el gran concierto de la existencia humana, de mi vivir y actuar? Tales preguntas nacen cuando uno no conoce verdaderamente el sentido de su vida, ni su valor, ni su utilidad. Ante un vegetar invadido por la cotidianidad, en el que se suceden los hechos sin ningún orden ni concierto, y en el que se da más un “ser vivido” que un asumir el protagonismo de la propia biografía, no es raro que llegue el momento de la pregunta radical, que deja al desnudo el vacío profundo de una personalidad sin fines ni metas.Es importante notar que esta pregunta, nacida desde lo más profundo del corazón, no es sólo propia del existencialismo contemporáneo. La historia nos presenta ejemplos de seres como nosotros que, ante un desastre tribal o ecológico, una enfermedad, la muerte de un ser querido, la traición y el abandono de los que eran considerados amigos, una ancianidad prolongada en medio de la soledad y el abandono, han llegado a la desesperación, al hastío, al suicidio. La vida, para tales personas, quedó ensombrecida por la duda radical, esa que nace de una creencia de base: yo no tengo ya nada que aportar a la sociedad, ni el mundo externo espera nada de mí.Desde dentro, pues, puede nacer la sensación del “sobrar”, del estar de más, del no poder contribuir en nada a la sociedad. Pero también se producen impulsos ciegos (a veces con vestiduras racionales) “desde fuera”, en grupos sociales o en personas particulares, para quienes una determinada vida (o las vidas de un entero grupo racial o social) no sólo resulta perjudicial, sino que debe ser eliminada. Nos horrorizan todavía hoy los relatos de exterminios tribales en el mundo antiguo, en el que caían, a filo de espada, los guerreros vencidos, sus mujeres y sus niños, y nos llena aún más de dolor y de rabia el constatar que tales excesos no sólo no han sido erradicados, sino que han continuado incluso en el mundo moderno, ante los ojos atónitos de los reporteros que filman horrores ingentes.En el fondo de tales comportamientos subyace una visión del “otro” como enemigo del propio bienestar. El bien común debe regir la vida social, en esto podemos estar todos de acuerdo.
No nos ponemos en sintonía, en cambio, cuando se trata de decidir si tal o cual medida gubernativa favorecerá o no el bien de la sociedad. Y los problemas son mayores cuando se trata de decidir qué tipos de comportamientos personales deben ser impedidos en orden a la prosecución del bien común.En este sentido, conviene recordar que el bien común se entiende siempre en función de la realización de todos los miembros de la sociedad.
Nunca, en nombre de tal realización, será lícito colocar a seres inocentes e indefensos, según parámetros más o menos arbitrarios, y según las posibilidades de la propia posición de fuerza y poder, al margen no sólo del acceso a los bienes a los que todos tenemos derecho, sino como si fuesen enemigos del mismo bienestar social. Si bien es verdad que cierto tipo de personas (supuestamente responsables de sus actos) dañan con sus comportamientos la convivencia ciudadana, y merecen por ello la cárcel, también es cierto que jamás la vida de ningún hombre o mujer, en sí misma considerada, puede ser estimada como perjudicial para la realización del bien común social.
Tal afirmación, de un valor indiscutible hasta hace poco en la tradición filosófica occidental más genuina, se encuentra ahora en entredicho. Los padres tienen el poder virtual de decidir si su hijo recién concebido resulta o no nocivo según sus propios proyectos de realización personal, con la puerta siempre abierta a la “solución” del aborto (sin hablar de los casos de infanticidio que de vez en cuando saltan a la luz pública, y de todos aquellos que nos resultan desconocidos, pero no por ello dejan de ser menos reales). La misma sociedad, a nivel nacional e internacional, impone en no pocos casos a las parejas sistemas de control demográfico, incluso con ardides y trampas que van desde la esterilización forzada e indiscriminada a sutiles programas televisivos en los que el modelo subrepticio parece repetir, una y otra vez: “la familia pequeña vive mejor”...
La filosofía tiene que hacer notar el error de las posturas ideológicas, o de las actuaciones personales o comunitarias, que hagan del “otro” o de los “otros” simples datos o factores subordinables a programas más o menos ingeniosos, pero muchas veces contrarios al respeto que se debe a cualquier vida humana.En el proceso de globalización hace falta levantar bien en alto la bandera del pensamiento humanístico y cristiano, que defienda el puesto del hombre como ser digno de respeto, por encima de la pobreza o la riqueza, de la edad, de la cultura, de la función social que se ejerza o de las cualidades físicas que puedan adornar o afear el rostro misterioso de cualquier compañero de camino.Desde ese respeto y, más en profundidad, desde el amor verdadero, cada uno podrá descubrir el sentido de su vida, podrá reconocer su dignidad, podrá caminar “con la cabeza en alto”, incluso si vive largas jornadas acostado en su lecho de dolor, sabiendo que su vida vale mucho, muchísimo, más allá de las subidas o bajadas de las bolsas de México, New York, Tokio, Sao Paolo o Londres.